El gobierno nacional insiste con que lidia con el peso de una supuesta "herencia" recibida del gobierno anterior y que, por tanto, no tenían otras medidas que tomar: devaluación del peso en 60%, arreglo humillante para la densidad nacional del tema fondos buitre, despidos en la administración pública, tarifazo por quita de subsidios, meta de una inflación que supere los aumentos salariales nominales, apertura indiscriminada de importaciones para terminar con las "industrias prebendarias", comprensión hacia los empresarios que despiden trabajadores y así crear un clima market-friendly, son las más importantes.
El problema del trabajo se ha vuelto central pese a la insistencia oficial de que "se están recuperando empleos", lo que no se ve en una tasa de desocupación que se duplicó en un año y todavía no tenemos cifras de 2017. No se ve tampoco con los cientos de comercios que sólo en Capital Federal cerraron sus puertas por el bajón del consumo -el salario real retrocedió 10 puntos el año pasado y las facturas de gas y luz aumentaron 400%-. No se ve en los 1600 despidos que conocemos públicamente el miércoles 22/2 que totalizaron Atanor, Volkswagen y Banghó. En realidad son muchos más los despidos por día: no todos los trabajadores se organizan para resistir -hay mucho despido por goteo-. La tasa de desempleo, pese a los pronósticos de los economistas ortodoxos afines a la línea del gobierno nacional, rebalsará con todo el 10% al finalizar el año.
El modelo en el cual se mira el Presidente Maurizio Macri es España: desde 2010 aquél país tiene una tasa de desempleo de dos dígitos y hace 5 años que no baja del 20%. La distribución del ingreso ha sido totalmente regresiva y hasta el FMI estima que, aún cumpliendo con todas las reformas estructurales adoptadas por el gobierno tardofranquista de Mariano Rajoy, España va a retroceder 12 puestos en PBI a nivel mundial en los próximos 30 años. La desindustrialización y la sobrevaluación del euro, con la eclosión de los negocios de carácter más especulativo y no productivo, como el inmobiliario, terminaron de estallar en 2008 y desde entonces España no se recupera y su tejido social está sufriendo daños que se verán en las próximas décadas -la pobreza infantil es la segunda de la Unión Europea después de Rumania. Pero todo esto no le importa a Rajoy, quien recibió a Macri en Madrid. Hay sintonía fina entre dos gobiernos cuyo programa es esencialmente el mismo: redistrbuir el ingreso en sentido regresivo, de los trabajadores a los ricos, especialmente el 1%. Y de ahí, que las "fuerzas vivas" -porque ideológicamente no creen que el trabajador genere riqueza alguna, aunque sin él, el empresario no existiría- sean las que reinviertan y derramen el crecimiento económico para todos, la "mano invisible".
No se trata este de un gobierno más. Los medios de comunicación -Grupo Clarín a la cabeza- emblocados con el plan económico de reconvertir la economía argentina de semi-industrial a primaria y financiera, se han cansado de repetir que el gobierno Macri mantiene un gasto público relativamente alto, que se endeuda para "no ajustar tanto y no lo sufran los más pobres" y que por todas estas razones seguimos teniendo una inflación alta, como tantas otras oportunidades en la historia económica de Argentina. Pero un gobierno que duplica todos los indicadores de pobreza, desempleo, despidos, etc.. en tan poco tiempo no es uno más. Éste se ha propuesto eliminar por completo los mecanismos que el Estado tiene para mejorar los ingresos de la clase trabajadora: los subsidios y las ayudas sociales. Sin los subsidios, los trabajadores se convierten en esclavos del pago de las facturas a monopolios privados a los cuales el gobierno nacional les ha retirado casi todo control. Sin las ayudas sociales, se eliminan los complementos al salario para permitir un mínimo de bienestar. El endeudamiento, que ya desde la asunción de Macri es de US$75000 millones, ha financiado la fuga de capitales del 1% antes que el rescate social. Pese a la publicitada "sensibilidad" de los ministerios de Trabajo y Desarrollo Social, todas las ayudas sociales, pensiones, jubilaciones y salarios aumentan menos que la inflación y el poder adquisitivo sigue -seguirá- cayendo en picada. El gobierno presente ha tomado una agenda para un proceso de reorganización nacional como no se hacía desde 1976 con el plan económico homónimo del ex ministro Martínez de Hoz.
La resistencia social con que se ha tenido que encontrar este plan no declarado, no admitido, no confesado, podría completarse con una tremebunda factura a la Alianza Cambiemos en las elecciones legislativas de 2017. La ex Presidente Cristina Kirchner tiende a aglutinar de nuevo a la dirigencia peronista y a los partidos progresistas y de izquierda no trotskista en torno suyo mientras el Diputado Sergio Massa pierde peso, pues no resulta creíble ni como oposición responsable -a ojos macristas- ni mucho menos oposición real siendo percibido como un colaboracionista con la política oficial. En las PASO y Generales de 2015 la Alianza PRO-UCR obtuvo 1 de cada 3 votos, el porcentaje histórico del "gorilismo" -antiperonismo- argentino. La división del peronismo entre Daniel Scioli y Sergio Massa, y la posición prescindente del segundo para el ballotage, fue lo que posibilitó el triunfo de Maurizio Macri. Mas un peronismo unido o mayoritariamente adherido a Kirchner tiene serias probabilidades de triunfar, faltando sólo 5 meses para las Primarias y 7 para las Legislativas. La debacle económica inducida terminará por generar un cambio político antes que una reconversión económica completa.
El problema del trabajo se ha vuelto central pese a la insistencia oficial de que "se están recuperando empleos", lo que no se ve en una tasa de desocupación que se duplicó en un año y todavía no tenemos cifras de 2017. No se ve tampoco con los cientos de comercios que sólo en Capital Federal cerraron sus puertas por el bajón del consumo -el salario real retrocedió 10 puntos el año pasado y las facturas de gas y luz aumentaron 400%-. No se ve en los 1600 despidos que conocemos públicamente el miércoles 22/2 que totalizaron Atanor, Volkswagen y Banghó. En realidad son muchos más los despidos por día: no todos los trabajadores se organizan para resistir -hay mucho despido por goteo-. La tasa de desempleo, pese a los pronósticos de los economistas ortodoxos afines a la línea del gobierno nacional, rebalsará con todo el 10% al finalizar el año.
El modelo en el cual se mira el Presidente Maurizio Macri es España: desde 2010 aquél país tiene una tasa de desempleo de dos dígitos y hace 5 años que no baja del 20%. La distribución del ingreso ha sido totalmente regresiva y hasta el FMI estima que, aún cumpliendo con todas las reformas estructurales adoptadas por el gobierno tardofranquista de Mariano Rajoy, España va a retroceder 12 puestos en PBI a nivel mundial en los próximos 30 años. La desindustrialización y la sobrevaluación del euro, con la eclosión de los negocios de carácter más especulativo y no productivo, como el inmobiliario, terminaron de estallar en 2008 y desde entonces España no se recupera y su tejido social está sufriendo daños que se verán en las próximas décadas -la pobreza infantil es la segunda de la Unión Europea después de Rumania. Pero todo esto no le importa a Rajoy, quien recibió a Macri en Madrid. Hay sintonía fina entre dos gobiernos cuyo programa es esencialmente el mismo: redistrbuir el ingreso en sentido regresivo, de los trabajadores a los ricos, especialmente el 1%. Y de ahí, que las "fuerzas vivas" -porque ideológicamente no creen que el trabajador genere riqueza alguna, aunque sin él, el empresario no existiría- sean las que reinviertan y derramen el crecimiento económico para todos, la "mano invisible".
No se trata este de un gobierno más. Los medios de comunicación -Grupo Clarín a la cabeza- emblocados con el plan económico de reconvertir la economía argentina de semi-industrial a primaria y financiera, se han cansado de repetir que el gobierno Macri mantiene un gasto público relativamente alto, que se endeuda para "no ajustar tanto y no lo sufran los más pobres" y que por todas estas razones seguimos teniendo una inflación alta, como tantas otras oportunidades en la historia económica de Argentina. Pero un gobierno que duplica todos los indicadores de pobreza, desempleo, despidos, etc.. en tan poco tiempo no es uno más. Éste se ha propuesto eliminar por completo los mecanismos que el Estado tiene para mejorar los ingresos de la clase trabajadora: los subsidios y las ayudas sociales. Sin los subsidios, los trabajadores se convierten en esclavos del pago de las facturas a monopolios privados a los cuales el gobierno nacional les ha retirado casi todo control. Sin las ayudas sociales, se eliminan los complementos al salario para permitir un mínimo de bienestar. El endeudamiento, que ya desde la asunción de Macri es de US$75000 millones, ha financiado la fuga de capitales del 1% antes que el rescate social. Pese a la publicitada "sensibilidad" de los ministerios de Trabajo y Desarrollo Social, todas las ayudas sociales, pensiones, jubilaciones y salarios aumentan menos que la inflación y el poder adquisitivo sigue -seguirá- cayendo en picada. El gobierno presente ha tomado una agenda para un proceso de reorganización nacional como no se hacía desde 1976 con el plan económico homónimo del ex ministro Martínez de Hoz.
La resistencia social con que se ha tenido que encontrar este plan no declarado, no admitido, no confesado, podría completarse con una tremebunda factura a la Alianza Cambiemos en las elecciones legislativas de 2017. La ex Presidente Cristina Kirchner tiende a aglutinar de nuevo a la dirigencia peronista y a los partidos progresistas y de izquierda no trotskista en torno suyo mientras el Diputado Sergio Massa pierde peso, pues no resulta creíble ni como oposición responsable -a ojos macristas- ni mucho menos oposición real siendo percibido como un colaboracionista con la política oficial. En las PASO y Generales de 2015 la Alianza PRO-UCR obtuvo 1 de cada 3 votos, el porcentaje histórico del "gorilismo" -antiperonismo- argentino. La división del peronismo entre Daniel Scioli y Sergio Massa, y la posición prescindente del segundo para el ballotage, fue lo que posibilitó el triunfo de Maurizio Macri. Mas un peronismo unido o mayoritariamente adherido a Kirchner tiene serias probabilidades de triunfar, faltando sólo 5 meses para las Primarias y 7 para las Legislativas. La debacle económica inducida terminará por generar un cambio político antes que una reconversión económica completa.
España: fascismo con rostro democrático, sumisión total a las multinacionales y a sus caprichos, sumisión a las órdenes de Bruselas y Berlín, recortes sociales y salariales brutales, mientras el bienestar si que crece para las élites... Si España es el espejo de Macri, !pobres argentinos! Quitáoslo de enmedio cuanto antes.
ResponderEliminarSaludos Rojos