¿El sólo señalar la inconsistencia del "antifascismo" y la espuria defensa de los migrantes, trabajadores y "minorías" por parte de la CNN o del Washington Post -entre otros- lo convierte a uno en pro-Trump? Es preciso entonces poner los puntos sobre las íes del maniqueísmo que se está instalando y que no nos permite ver la lógica de las acciones de un gobierno, que es lo que siempre deberíamos tratar de comprender.
Me llama la atención que muchas personas que aplaudieron tantas veces -y ahora lo hacen también- la salida del aire en Venezuela de la CNN, ahora mismo dicen que Trump "está en contra de la prensa libre" (?) mientras al mismo tiempo denuncian todas las conexiones de nuestra prensa monopólica... con la prensa oligopólica de Estados Unidos que es la misma que se opone a Trump.
No todo es blanco o negro, claro está pero es insoslayable que la CNN anti-Maduro es la misma CNN que se opone a Trump, dicho sea de paso.
¿El criticismo con la prensa monopólica sólo vale para algunos casos y en otros, por el contrario, ésta asume la posición "del más débil"? Entonces la campaña que vienen haciendo los medios monopólicos desde las primarias republicanas contra Donald Trump, para defender el aparato de guerra en Medio Oriente ampliado, la restauración de un proyecto de integración comercial EE.UU.-América Latina y de cercar militar y económicamente a Rusia, China e Irán está funcionando.
Por lo pronto, de todas formas, tenemos noticias: la OTAN ha suspendido sus operaciones en Siria, y la CIA -bajo el mando político de Trump- ha congelado los fondos que enviaba a los "rebeldes moderados" que decapitaban niños y deportaban minorías religiosas y nacionales. Pero todo eso no fue noticia como las "provocaciones" de Trump contra la prensa. Desde la MSNBC, la "periodista" Mika Brzezinski dejó bien claro, en vivo, el papel de su medio y de todos los medios monopólicos por ende: "Trump no tiene que controlar la opinión de la gente, eso lo hacemos nosotros". El ex Presidente Barack Obama fue aplaudido y a muchos se les piantó un lagrimón cuando en un acto oficial le dijo a un niño "No debés creer en todo lo que dice la televisión". Y eso fue leído en clave y reinterpretado como una señal de progresismo y una bocanada de aire fresco. Pero Trump llamando directamente por lo que son a los medios de comunicación que dicen que fue puesto en el gobierno por hackers rusos, es el "nuevo Hitler". Por otra parte, me gustaría saber cómo hizo Vladimir Putin para poner al presidente yanqui en su lugar y no haber conquistado toda Ucrania o eliminado por completo a los terroristas que actúan en Siria si es que tiene tanto poder.
Resulta por lo menos curioso que "todo el mundo" ahora sí esté prevenido por la desinteresada prensa monopólica sobre el peligro Trump: habría que prevenir la emergencia del "segundo Hitler". La misma prensa tachó de dictadores y de ser "Hitler" a los gobiernos de Yugoslavia, Irak, Libia y Siria. A excepción del último y sólo en parte, todos los demás fueron reducidos a ruinas humeantes por EE.UU. y sus aliados durante administraciones que los medios no nos previnieron que serían "Hitler", aunque destruyeron para siempre a esas naciones con métodos propios de un fascista que busca destruir toda oposición a su paso. La destrucción de naciones en esos casos, no tenía ni una pizca de fascismo, no era extrema derecha...
Pero todo eso era aceptable hasta que Donald Trump osó en campañá decir que no se debía derrocar "a cualquier régimen extranjero", que "no vamos a imponer nuestro estilo de vida a los demás países" y que la tarea de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) era comparable con los nazis -lo que venimos denunciando hace mucho tiempo, ¿no?- asumió la Presidencia y ahora señalar todo esto es de "pro-Trump" o incluso de "proto-fascista".
Y tal parece que para defender este orquestado y falso anti-fascismo tenemos que defender a la OTAN, a la Unión Europea y el Euro -Grecia, ¿se acuerdan?-, los tratados de libre comercio Transpacífico y Transatlántico -"No al ALCA", ¿se acuerdan?- y los golpes "blandos" en América Latina -derrocamiento de los gobiernos de Honduras, Paraguay y Brasil, ¿se acuerdan?-.
Asimismo, que Trump hiciera campaña en favor de recuperar los empleos industriales deslocalizados generó resquemor y urticaria por parte de quienes defienden a toda costa el empleo precario y las "industrias de servicios". Nuevamente, como dijera Pierre Bourdieu en los 90, apenas sugerir que algo del estado de bienestar, más no fuera las fábricas, debería volver, fue tachado de "conservadurismo pasado de moda" y de "tendencia reaccionaria".
¿Dejará Estados Unidos, o mejor dicho su oligarquía, de tener intereses en el resto del mundo? Sería tan necio como pretender que un imperio se desmorone por sí sólo. Así como sería necio creer en el "antifascismo" de quienes en el gobierno ya combatieron a sangre y fuego el derecho de vivir en paz de los pueblos del mundo, incluyendo al propio pueblo norteamericano.
Este maniqueísmo instalado en los medios globales es una cortina de humo sobre los hechos y la lógica de las acciones de un gobierno, que actúa en el curso de la lucha de clases, que deberían de pesar más que las intenciones, porque éstas últimas sin una debida práctica no son nada.
Me llama la atención que muchas personas que aplaudieron tantas veces -y ahora lo hacen también- la salida del aire en Venezuela de la CNN, ahora mismo dicen que Trump "está en contra de la prensa libre" (?) mientras al mismo tiempo denuncian todas las conexiones de nuestra prensa monopólica... con la prensa oligopólica de Estados Unidos que es la misma que se opone a Trump.
No todo es blanco o negro, claro está pero es insoslayable que la CNN anti-Maduro es la misma CNN que se opone a Trump, dicho sea de paso.
¿El criticismo con la prensa monopólica sólo vale para algunos casos y en otros, por el contrario, ésta asume la posición "del más débil"? Entonces la campaña que vienen haciendo los medios monopólicos desde las primarias republicanas contra Donald Trump, para defender el aparato de guerra en Medio Oriente ampliado, la restauración de un proyecto de integración comercial EE.UU.-América Latina y de cercar militar y económicamente a Rusia, China e Irán está funcionando.
Por lo pronto, de todas formas, tenemos noticias: la OTAN ha suspendido sus operaciones en Siria, y la CIA -bajo el mando político de Trump- ha congelado los fondos que enviaba a los "rebeldes moderados" que decapitaban niños y deportaban minorías religiosas y nacionales. Pero todo eso no fue noticia como las "provocaciones" de Trump contra la prensa. Desde la MSNBC, la "periodista" Mika Brzezinski dejó bien claro, en vivo, el papel de su medio y de todos los medios monopólicos por ende: "Trump no tiene que controlar la opinión de la gente, eso lo hacemos nosotros". El ex Presidente Barack Obama fue aplaudido y a muchos se les piantó un lagrimón cuando en un acto oficial le dijo a un niño "No debés creer en todo lo que dice la televisión". Y eso fue leído en clave y reinterpretado como una señal de progresismo y una bocanada de aire fresco. Pero Trump llamando directamente por lo que son a los medios de comunicación que dicen que fue puesto en el gobierno por hackers rusos, es el "nuevo Hitler". Por otra parte, me gustaría saber cómo hizo Vladimir Putin para poner al presidente yanqui en su lugar y no haber conquistado toda Ucrania o eliminado por completo a los terroristas que actúan en Siria si es que tiene tanto poder.
Resulta por lo menos curioso que "todo el mundo" ahora sí esté prevenido por la desinteresada prensa monopólica sobre el peligro Trump: habría que prevenir la emergencia del "segundo Hitler". La misma prensa tachó de dictadores y de ser "Hitler" a los gobiernos de Yugoslavia, Irak, Libia y Siria. A excepción del último y sólo en parte, todos los demás fueron reducidos a ruinas humeantes por EE.UU. y sus aliados durante administraciones que los medios no nos previnieron que serían "Hitler", aunque destruyeron para siempre a esas naciones con métodos propios de un fascista que busca destruir toda oposición a su paso. La destrucción de naciones en esos casos, no tenía ni una pizca de fascismo, no era extrema derecha...
Pero todo eso era aceptable hasta que Donald Trump osó en campañá decir que no se debía derrocar "a cualquier régimen extranjero", que "no vamos a imponer nuestro estilo de vida a los demás países" y que la tarea de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) era comparable con los nazis -lo que venimos denunciando hace mucho tiempo, ¿no?- asumió la Presidencia y ahora señalar todo esto es de "pro-Trump" o incluso de "proto-fascista".
Y tal parece que para defender este orquestado y falso anti-fascismo tenemos que defender a la OTAN, a la Unión Europea y el Euro -Grecia, ¿se acuerdan?-, los tratados de libre comercio Transpacífico y Transatlántico -"No al ALCA", ¿se acuerdan?- y los golpes "blandos" en América Latina -derrocamiento de los gobiernos de Honduras, Paraguay y Brasil, ¿se acuerdan?-.
Asimismo, que Trump hiciera campaña en favor de recuperar los empleos industriales deslocalizados generó resquemor y urticaria por parte de quienes defienden a toda costa el empleo precario y las "industrias de servicios". Nuevamente, como dijera Pierre Bourdieu en los 90, apenas sugerir que algo del estado de bienestar, más no fuera las fábricas, debería volver, fue tachado de "conservadurismo pasado de moda" y de "tendencia reaccionaria".
¿Dejará Estados Unidos, o mejor dicho su oligarquía, de tener intereses en el resto del mundo? Sería tan necio como pretender que un imperio se desmorone por sí sólo. Así como sería necio creer en el "antifascismo" de quienes en el gobierno ya combatieron a sangre y fuego el derecho de vivir en paz de los pueblos del mundo, incluyendo al propio pueblo norteamericano.
Este maniqueísmo instalado en los medios globales es una cortina de humo sobre los hechos y la lógica de las acciones de un gobierno, que actúa en el curso de la lucha de clases, que deberían de pesar más que las intenciones, porque éstas últimas sin una debida práctica no son nada.
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