En su primer año de gobierno, el Ing. Maurizio Macri ha llevado adelante un programa económico que ha descargado sobre el 80% de la población el peso de todas las correcciones macroeconómicas objetivas (inflación, cepo al dólar, erosión de las reservas del BCRA, dificultades para el financiamiento externo, crisis energética, acumulación de subsidios). En promedio, los trabajadores han perdido 10 puntos de su salario, el desempleo se ha casi duplicado en un año, la pobreza avanzó de 20% a 34%, la inflación hasta ahora ha sido de 42% interanual, con 60% de devaluación y apenas un aumento salarial promedio de 25-30% para los trabajadores en blanco y mejor ni hablemos de los trabajadores en negro. Además, ya habían recibido en diciembre de 2015 la reducción salarial por decreto que significó la devaluación del peso. Las tarifas de servicios públicos recibieron aumentos de 400% y el transporte colectivo de 100%. Al mismo tiempo, se aumentó la base de trabajadores que pagan impuesto al salario, de 1 a 2 millones de personas, mientras se eliminaron las retenciones agrícolas (a excepción de la soja que recibió una sustancial rebaja) y mineras y el impuesto a los bienes personales, por excelencia de aplicación a los más ricos pero se les ha decidido ayudar para que acumulen aún más en sus manos.
En vez de actuar para expropiar al 20% de la población que pertenece a las clases poseedoras y que exigían a rabiar un ajuste antipopular, por supuesto que Macri y su Gobierno decidieron que más personas se vean afectadas por la crisis económica y que además lo sean de la peor manera. Desde perder 10% del salario en blanco hasta perderlo todo al ser despedidos por una economía que ha entrado en una recesión sin solución de continuidad a la vista. ¿Se podrían haber tomado otras medidas par enfrentar los problemas de la restricción externa y las menguadas reservas internacionales de 2015? Por supuesto. Pero como reflejó el resultado de las elecciones de 2015, la población no quería ni siquiera votar la propuesta soft de Daniel Scioli. Así es como estamos ahora. Y el "rebote" de la economía que los economistas afines al gobierno de Macri dicen va a acontecer con toda seguridad (como antes hablaban del "segundo semestre") ya les adelanto un "te la debo".
Mientras, los partidarios del ajuste más recalcitrantes le reprochan al gobierno nacional no haber aplicado un ajuste del gasto público más violento en 2016, el mismo gobierno pretende asumir la posición de no estar haciéndolo (y aumentar la deuda pública en US$ 50000 millones) porque estaría aplicando un programa "gradualista". Esto es: tarde o temprano el resultado sería el mismo, el de continuar la transferencia de recursos de la población de clase media baja y baja a la clase alta. En lugar de resolver los problemas económicos atacando a los componentes especulativos clásicos en manos de las clases altas, claramente el actual gobierno de Macri se decantó por atacar la demanda para combatir la inflación. Atacar la demanda es atacar el salario de los trabajadores. Y todo aquello que pierde el trabajador va a parar a manos de las clases más ricas, de la élite que puede invertir su dinero en acciones y bonos o en el plazo fijo con tasas de interés altísimas. El parate de la economía se debe al parate del consumo. Todo indica que, con un aumento previsto de 100% para los servicios públicos en 2017, el ajuste no va a parar el año que viene. El acumulado en 2016-17 de aumento sería para entonces de 900%. No parece haber margen para los pronósticos optimistas de los economistas neoliberales de una supuesta recuperación del salario real en los próximos 12 meses. Porque, con semejante nivel de aumento de tarifas, ¿cómo sería posible un ajuste sin enflaquecer todavía más el bolsillo de la clase trabajadora? No tendría ningún sentido. Y la economía al finalizar 2016 no da ninguna señal de "brotes verdes" ni tan siquiera de que la caída de todos los indicadores de consumo y empleo haya comenzado a reducirse, nada.
Mientras, los partidarios del ajuste más recalcitrantes le reprochan al gobierno nacional no haber aplicado un ajuste del gasto público más violento en 2016, el mismo gobierno pretende asumir la posición de no estar haciéndolo (y aumentar la deuda pública en US$ 50000 millones) porque estaría aplicando un programa "gradualista". Esto es: tarde o temprano el resultado sería el mismo, el de continuar la transferencia de recursos de la población de clase media baja y baja a la clase alta. En lugar de resolver los problemas económicos atacando a los componentes especulativos clásicos en manos de las clases altas, claramente el actual gobierno de Macri se decantó por atacar la demanda para combatir la inflación. Atacar la demanda es atacar el salario de los trabajadores. Y todo aquello que pierde el trabajador va a parar a manos de las clases más ricas, de la élite que puede invertir su dinero en acciones y bonos o en el plazo fijo con tasas de interés altísimas. El parate de la economía se debe al parate del consumo. Todo indica que, con un aumento previsto de 100% para los servicios públicos en 2017, el ajuste no va a parar el año que viene. El acumulado en 2016-17 de aumento sería para entonces de 900%. No parece haber margen para los pronósticos optimistas de los economistas neoliberales de una supuesta recuperación del salario real en los próximos 12 meses. Porque, con semejante nivel de aumento de tarifas, ¿cómo sería posible un ajuste sin enflaquecer todavía más el bolsillo de la clase trabajadora? No tendría ningún sentido. Y la economía al finalizar 2016 no da ninguna señal de "brotes verdes" ni tan siquiera de que la caída de todos los indicadores de consumo y empleo haya comenzado a reducirse, nada.
Lo que queda es ver hasta donde puede aguantar un gobierno en el marco de una democracia representativa, con una base social tan exigua (oligarquía y pequeñoburguesía). La ùltima vez que lo lograron fue en 1928, cuando el Dr. Yrigoyen asumió el gobierno constitucional tras el Dr. Alvear. Después de eso, nunca más. Habrá que ver qué pasa.
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